
Esta vez más y mejor acompañados, emprendimos el camino a la sagrada tierra de Wacken. A diferencia del año pasado, algunos no pudimos asistir a la fiesta pre-Wacken debido al poco tiempo del que dispusimos desde que terminó el Lorca Rock hasta que empezó esta particular "toma de contacto" a las 17:00 horas del día siguiente (el año pasado fue por la noche), en Lorca Una vez en marcha, tendrían lugar las conversaciones más absurdas jamás escuchadas, habladas en DEMOTIVACIONAL, claramente un idioma. Eso, junto con los inolvidables gritos de guerra que estallaban alto y claro en la boca de Pove (¡¡SIMÓN!!...), hizo que solamente con el viaje en autobus se amortizase el precio que habíamos pagado meses atrás.
El recorrido por el litoral español hubiera pasado sin pena ni gloria de no ser por nuestra parada en Barcelona, donde completaríamos nuestra oscura diligencia al unirse a nosotros el tercer bus,
que solo transportaba a la gente que se subía en la ciudad condal... Y dicho sea de paso, también montaron en ese autobus la "silla eléctrica" que los Crysys, candidatos españoles en la batalla de bandas de Wacken, sacaron a relucir durante el concierto que les dío la victoria. La siguiente parada fue en Girona a las 10:00, junto al Bar Maidens, que hizo su Agosto al servir una cantidad récord de "medianas" (parece ser que es así como llaman a los "tercios" en Cataluña) a todos aquellos que quisieron aderezar su almuerzo con un trago de fría y deliciosa birra. Ese mismo día paramos a comer en la Junquera, cuyos supermercados ofrecían destilados mutantes xD
Cuando volvimos a montar en el bus ya se podía empezar a apreciar el aroma porcino que aumentaría en intensidad progresivamente de camino al festival... No sé si por llevar menos de un día sin ducharnos o porque estábamos a punto de entrar en Francia. En cualquiera de los casos el país de las baguettes no fue más que una gigantesca (y apestosa) sala de espera de cara a llegar al primer sitio realmente interesante de nuestro periplo europeo: Amsterdam.

Al salir nos reunimos con los que no habían entrado y nos fuimos al parque Rembrandt, y cual fue mi desengaño al NO contemplar las figuras con las que siempre habíamos posado a nuestro paso por la capital holandesa. No obstante, inmortalizamos el momento recreando un famoso cuadro del pintor que da nombre al parque.

... Y de nuevo mis ojos se entreabrieron en torno a las séis de la mañana al son de la recién sintonizada emisora del pueblo más metaloso de todo el re-fucking world!, para empezar a contemplar los primeros cartelitos luminosos con la calavera del festival. Más tarde desembarcamos, y cargados cuan mulas nos dirigimos a la caseta donde ponían las pulseritas y daban las Full:Metal:Bags (tamaño fallo de la organización el de no incluir este año el condón ni el chubasquero).Avanzamos hacia donde el año pasado se encontraba el acceso al camping B , mas esta vez no se podía entrar (de momento). Tuvimos que esperar de las 7:00 hasta las 10:00 para que abrieran ese camping reservado para los más afortunados, pues este año era la "Cleanzone", lugar donde
supuestamente podías cambiar la basura por camisetas, además de encontrarse en una posición privilegiada respecto al recinto de conciertos (a menos de cien metros, vaya). Durante la espera, algunos miembros de nuestra compañía aprovecharon para ir a comprar cerveza al pueblo, mientras que los que nos quedamos allí conocímos a unos alemanes la mar de majos que no hacían más que decir "oooooooooooffside" a todo el que pasaba. Lidiando un par de palabras con ellos, nos explicaron que eso significa "fuera de juego" en inglés. Nosotros a cambio les enseñamos cómo se dice "pechuzas", "ojete" y "mamellas". Este instructivo intercambio cultural nos hizo olvidar la razón por la que estábamos esperando tres largas horas sentados entre macutos, oyendo gritar a los teutones "¡¡grande mamellas!!" con cierto gesto de burla cada vez que pasaba ante ellos una moza entrada en carnes...
supuestamente podías cambiar la basura por camisetas, además de encontrarse en una posición privilegiada respecto al recinto de conciertos (a menos de cien metros, vaya). Durante la espera, algunos miembros de nuestra compañía aprovecharon para ir a comprar cerveza al pueblo, mientras que los que nos quedamos allí conocímos a unos alemanes la mar de majos que no hacían más que decir "oooooooooooffside" a todo el que pasaba. Lidiando un par de palabras con ellos, nos explicaron que eso significa "fuera de juego" en inglés. Nosotros a cambio les enseñamos cómo se dice "pechuzas", "ojete" y "mamellas". Este instructivo intercambio cultural nos hizo olvidar la razón por la que estábamos esperando tres largas horas sentados entre macutos, oyendo gritar a los teutones "¡¡grande mamellas!!" con cierto gesto de burla cada vez que pasaba ante ellos una moza entrada en carnes...
Llegaron las 10:00. Abrieron las puertas, e impotentes tuvimos que despedirnos de nuestros amigos germanos (uno de ellos estaba inconsciente) para rodear todo el metalmarket y entrar por fin en el que sería nuestro hogar durante los días venideros. Montamos nuestro toldo del carrefour henchidos de ilusión, y más excitados si cabe izamos la bandera que presidiría el "Trve Spanish SEX Camp" (ahora después explico lo del nombre). Alrededor de nuestra carpa organizamos las tiendas, y tras ordenar un poco nuestros enseres personales fuimos a asearnos a esos limpios váteres de pago en donde reponen el rollo de papel higiénico cada vez que alguien despega sus glúteos de la taza; y a esas duchas plagadas de hombres desnudos (se echa de menos que alguien sea tan pudoroso como un servidor y lleve aunque sea un bañador) en donde uno puede mojarse el cuerpo con agua caliente...A partir de ahí, habiendo cumplido con éxito las exigencias del primer día (ducha, camisetas y suministro de cerveza), la jornada se mostraba cómo un lienzo en blanco ávido de ser decorado con nuevas experiencias, tales como visitar el Metalmarket y observar qué novedades ofrecía respecto de 2008.
A mi ver seguía existiendo la misma variedad abrumadora de cosas interesantes que comprar, pero yo este año no fui buscando camisetas, sino rarezas como parches (¡¡encontré de Borknagar!!), discos y esas chanclas de pinchos con las que había estado fantaseando desde que las ví hacía un año exacto. No obstante me pillé una camiseta blanca de Aborted y una sudadera roja de Anaal Nathrakh, poniendo en práctica el lema racista que enuncian nuestras madres cada vez que abren el armario: "basta ya de tanto negro".

Todo esto se podía acompañar con una jarra de cerveza fría (Becks o Franziscaner) o algún que otro chupito de delicioso Jägermeister, que fue la bebida con más publicidad del festival, gracias sin duda a la grúa que elevaba un bar (con el sello del ciervo) hasta la altura de 50 metros. Una lástima que no pudiera subir todo el mundo (había que mandar previamente un sms a no sé qué número para entrar en un sorteo), porque lo cierto es que me hubiera encantado haber podido echar con mi cámara una foto como esta:
O, si hubiera tenido una cámara que valiese más que mi vida y con un objetivo de 360 grados, me hubiera encantado ser el autor de esta espectacular vista panorámica (pinchad en ella, por favor, para verla más grande).
... Pero todo se antojaba poco en comparación al colosal Wackinger, el poblado vikingo construido para la ocasión. Dos mágicas hectáreas en las que no cesaban las representaciones de batallas medievales, deportes arcaicos, torturas (había que pagar para que te las infligiesen), desfiles, forja de armas... También había un escenario (Medieval Stage) en donde tocaban las bandas más acordes a la estética del lugar, y por si fuera poco, a unos pocos metros había otro Biergarten con sus largas mesas y sus sombrillas, bastante menos abarrotado que el que hay en la entrada del recinto de los conciertos.PORNO hablar de los puestos de comida típica, como los miles de revueltos de cosas (a destacar los de setas y los sauerkraut, que son de col (en la foto)), los trozos de pan con un montón de especias, salsas picantes y cebolla frita por encima, o el pan de ajo (babas). Una gozada. Como bien dice Daikrieg, "Si el festival fuera solo el Wackinger, también merecería la pena volver".
No muy lejos de esa zona se encontraba la carpa (más bien parecía un circo) de la lucha libre, en cuyo interior había un ring en el que se alternaban las peleas entre gente del mismo sexo (quiero decir con esto que tenían lugar combates de maromos, pero también de tías buenas) con conciertos, pues también hacía las veces de escenario. Al lado estaba el campo de fútbol, y no muy lejos, el lugar a donde llevaban los objetos confiscados, lugar que tuvimos que visitar después de que a Vicky le confiscasen un cinturón con pinchos no más grandes que la uña del dedo meñique. Del pie. Increíble cómo después de tanto advertir, tras tanta información referente al filtro que suponen los seguratas de la entrada al recinto de los escenarios, la gente es tan tan tan tan tan tan true de llevarse los cuernos a los conciertos. Por supuesto, allí había una mesa con doscientos cuernos por lo menos.
El pueblo por su parte ofrecía la misma mercancía que siempre: la tienda de Battle Merchant, a escasos metros del supermercado, atraía a propios y a extraños hacia el enorme almacén que albergaba una ingente cantidad de indumentaria medieval, adornos para casa, cuernos, hidromiel de varias clases y curiosos posters (como el que se pilló Pove del “Viking Rage Tour” que he puesto a la izquierda), todo de temática vikinga. En frente se podía encontrar la tienda “Outlet” de Wacken, un lugar alternativo donde poder comprar las camisetas oficiales en vez de hacer cola en los atestados puestos de merchandising del recinto. En la calle principal seguía estando el tío que rociaba con la manguera a todo el que quisiese; así como la joyería, la casa de los españoles y la oficina de información (lo de la foto de abajo), lugar donde se podían adquirir todas las chorradas de la marca de la calaverita. … Para los veteranos fue algo familiar. Era como volver a andar por las calles de ese pueblo en el que veraneabas de pequeño… Sólo que con setenta mil camisetas negras paseando a ambos lados de la carretera.
cumbre medioambiental-económica-anticrisis, de esas que están tan de moda últimamente. Seguro que se alcanzaría algún tipo de consenso si realmente hubiese un sentimiento común que uniese a los dirigentes como es el métal. Bueno, y rulasen las jarracas de franziskaner y las bratswurg con ketchup de curry… Pero en fin, ya habrá tiempo para eso cuando yo llegue a presidente. En aquel momento solo necesitábamos recordar que allí donde nos encontrábamos la gente iba a ver conciertos, cosa que nosotros no haríamos si nos dábamos prisa en sacar el PROGRAMM y decidir el primer destino.Ese día de llegada nos acercamos al Bier Garten a ver a Los Bomberos, pero cómo estaría eso de petado que había alemanes hasta encima de las farolas… Un año más, tuvimos que conformarnos con oirlos. La primera Franziskaner del festival me ayudó a canalizar mi frustración, entonces fuimos al WET, dónde estaba teniendo lugar el primer secret show, que resultó ser una de esas bandas alemanas para alemanes, llamada Frei Wild.




3 comentarios:
"el lema racista que enuncian nuestras madres cada vez que abren el armario: basta ya de tanto negro"
:_________________)Lagrimones xD
Muy buena crónica tio. Más breve que la del año anterior pero sin dejarte nada de lo importante. A ver cuando sacas la segunda parte!!
Mola la crónica.
:D Tras leer varias, creo que la comida será uno de los factores más importantes por los que me gustará muy mucho el wacken xDDD.
Bovo Tours fotón de los buenos...xDDD
Publicar un comentario