Doce y media del mediodía. Con la lengua todavía fuera, me sitúo ante la oficina de información de la estación de autobuses de Murcia, tal como había acordado con Vicky. Para variar, la muy energúmena se retrasa y cada minuto de espera parece una interminable hora, aún sabiendo que el autobús que nos lleva al aeropuerto de Alicante no partirá antes de las 13:00 (según el billete de Alsa). Al llegar ella compramos chucherías y nos ponemos frente al andén 29 hasta que, por fin, damos por comenzada nuestra escapada a Alemania.
Ese autobus fue el último medio de transporte que tomé durante todo el fin de semana cuyo funcionamiento entendía sin necesidad de pasarme horas en internet investigando, pues tan solo había necesitado tres minutos para ir de mi casa a la estación para preguntar en español por los horarios, el precio del billete y la taquilla donde poder comprarlo. A partir de ahora la cosa se complicaba bastante.
Hasta entonces, todos los vuelos que había cogido en mi vida (a Barcelona, a París y a Ámsterdam, todos desde Alicante) los había tomado en compañía de alguien (ya fueran mis padres o Rigo xD) que sabía más que yo sobre los procedimientos habituales que se dan en un aeropuerto, como pueden ser facturar, pasar por el detector de metales y/o dirigirse a la puerta de embarque correcta. Ahora estábamos solos, Vicky y yo, que si bien no teníamos grandes conocimientos prácticos, nos habíamos estudiado la teoría, como diría un antiguo profesor mío, "al dedillo".
Tres meses atrás, cuando quería darle una sorpresa a mi marida y estaba indeciso por la fecha y la ciudad de destino, indagué por la página de Ryanair y descubrí que todos esos vuelos baratos gracias a los cuales los jóvenes nos estamos recorriendo Europa por cuatro perras son todos sin seguro, por lo que te cobran 30€ más; y lo más importante, sin facturar maleta, por lo que te cobrarían otros tantos. Sin pagar más, tan solo se permite llevar un bulto por persona, una sola pieza de equipaje que "no puede superar los 10 kg de peso ni las dimensiones máximas de 55 cm x 40 cm x 20 cm (el bolso, maletín, ordenador portátil, compras en las tiendas del aeropuerto, cámara, etc. deben estar incluidas en la única pieza de equipaje de mano permitida)" según los miles de correos que me mandaron días antes del despegue.
Eso si no te olvidas de hacer el "Auto Check In Online", una operación que se debe hacer entre 15 días y cuatro horas antes del vuelo en cuestión, mediante la cual confirmas la información del vuelo e imprimes el billete. Si no lo haces te cascan 40€ más. Así que ya sabéis, si alguna vez viajáis con Ryanair sabed que los vuelos son realmente baratos, pero cuidado con la letra pequeña, porque se ve que el dinero que pierden con las ofertas lo ganan con los descuidos de la gente.
La textura de los asientos me recordaba un montón a un maletín de los K'NEX que tenía de pequeño: un plástico rugoso, áspero al tacto y que sobre todo, olía a ese plástico al que huelen los juguetes xD. Los asientos, anchos a la ida (incluso para los poseedores de brontosaúricos fémures como los míos) y estrechos a la vuelta, aunque el interior del avión era igual de hortera en ambas ocasiones... Y como se podía coger el asiento que uno quisiera, nos sentamos cerca del centro del avión; yo me pillé el asiento que daba a la ventana :D. Cuando aquello empezó a moverse yo no apartaba la vista del exterior, ¡¡aquello iba a volar!!
No pude evitar emocionarme cuando aquella máquina aceleró y se elevó sobre la costa Alicantina. Ver a plena luz del sol a toda la gente como si fueran hormigas, las autopistas como si fueran arterias llenas de colesterol en forma de coches, y sobre todo pasar por encima de las nubes. Yo, que había volado tres veces en mi vida (sin contar las vueltas), y siempre con una edad con la que uno no aprecia la verdadera magnitud de la situación, no pude evitar que se me cayera una lagrimilla al contemplar el mundo como debe verlo Dios desde su mansión interestelar.
El aterrizaje no fue tan espectacular, ya que había anochecido para ese momento. Los escasos segundos que tardamos en bajar del avión y montarnos en el autobus que nos dejaba en la terminal fueron suficientes para deducir que en Alemania, por estas fechas, hace frío; hecho que para nada habíamos pasado por alto a la hora de planificar el equipaje, y que sufrimos en nuestras carnes cada vez que nos quitábamos los guantes para hacer una foto. Allí buscamos el info-point del aeropuerto en donde nos dieron los horarios de los autobuses que llevaban a Karlsruhe (los mismos que llevábamos ya impresos). Porque no, los aviones de Ryanair NO te dejan en la ciudad que prometen, sino que lo hacen en aeropuertos que pueden estar incluso a 100 kilómetros de distancia (como por ejemplo, Memmingen y Munich).

Nos apeamos en la entrada sur de la Kalrsruhe hbf (siglas de "Hauptbanhof", en español "estación principal de tren") y tocaba enfrentarse a uno de los retos más importantes del viaje. Resulta que en la información sobre el hotel se indicaba que la recepción del hotel cerraba a las 21:00, y sabiendo de antemano que llegaríamos sobre las 22:00, envié un correo al hotel explicándoles nuestra situación. Me contestaron medio en inglés, medio en alemán, diciéndome no sé qué de coger una llave en la caja de la casa número 36 de esa misma calle, para el que había que introducir no sé qué codigo. Era tan absurdo e ininteligible que creíamos que era un error de traducción, por lo que continuamos mandando mails preguntando de qué se trataba exactamente, sin obtener respuestas más esclarecedoras.

Tomamos una línea que llevaba casi directamente al hotel, en donde comprobamos que la caja de la que hablaban era en realidad un buzón (dijeron "box" y no "mailbox") en el que había que meter el código y la llave caía, como si fuera una máquina de refrescos.
A saber lo que se habrían reido de nosotros los recepcionistas, en plan: "Vaya unos españoles más paletos, que no saben ni lo que es un buzón expendedor de llaves con cierre automatizado y contraseña... Normal que no hayan salido de la crisis" xD


El local estaba muy bien decorado: una lampara hecha con botellas de cerveza, así como una estatua de Rómulo y Remo siendo amamantados por una loba colgaban del techo mientras que cientos de posters y cuadros (ya fuera publicidad de la marca o cuadros extraños) adornaban las paredes. Al pedir la cuenta algo nos resultó curioso, pues al parecer en Alemania los camareros te atienden, te sirven, les pides la cuenta y cuando la traen, no se van de la mesa hasta que pagas. Es una buena medida de seguridad, pero si alguien quisiera largarse sin pagar, ¿no sería más fácil no pedir la cuenta directamente? Además, tocamos a 7,5€ por cabeza... Impresionante sí, pero, ¿sería este un lugar especialmente barato? ¿acaso en el resto de bares típicos nos cobrarían más por comer y beber en condiciones?
Pronto lo sabríamos...
2 comentarios:
Dios que wena estaba la cerveza, el famunken ese como se escriba xDDD y la ensalada esa!!!
Me encanta como lo describes to.....bonico!!!!
Dios de verdad, sk los aviones de ryanair son de juguete eh?? xDDD
Pos mira que te puse en el mail que era un buzón de correos!!!xDDD
Y joer, 9 pavos por el autobús de Rayanair es poquico, del aeropuerto de Noruega en el que me dejaron hasta Oslo capital nos cobraron casi 20 pavos o incluso más, no recuerdo!
Me encanta ver cómo puedes acordarte casi de todo tan sumamente bien!
Ala, mañana seguiremos leyendo;)
Un besete a los dos pareja!
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